La lista de equipos para la fotografía de moda

En artículos anteriores de esta serie, hablamos con los fotógrafos de moda Nina Zimolong, Ian Hippolyte y Emmanuel Oyeleke sobre la democratización de la fotografía de moda y exploramos cómo están forjando sus carreras dentro de la industria. En este artículo, profundizamos en las cámaras y objetivos que ayudan a estos fotógrafos a dar vida a su contenido de moda, y buscamos conocer sus perspectivas sobre cómo conectan con los modelos y garantizan el éxito de una sesión de moda.

Nina comenzó su carrera con una EOS 5D Mark II de Canon combinada con un objetivo compacto y práctico (EF 50mm). Un equivalente mirrorless hoy día podría ser la EOS R6 Mark II Full Frame con el objetivo RF 50mm F1.8 STM. Con el tiempo, ahorró para comprarse un objetivo Canon de 70‑200 mm, que se convirtió en su elección habitual para la mayoría de sus trabajos. El equivalente actual es el RF 70-200mm F2.8L IS USM, uno de los tres grandes objetivos zoom de f/2,8 profesionales de Canon.

«Realmente me enamoré del objetivo de 70-200 mm. Creo que es por la profundidad. Lo que me encanta no es lo que se ve a simple vista, sino lo que se descubre a través del objetivo».

Su cámara preferida ahora es la mirrorless EOS R5 Mark II con un objetivo RF 85mm F1.2L USM. Sin embargo, comenta: «Para alguien que esté comenzando ahora mismo, recomendaría la EOS R8 o la EOS R7, ambas son opciones mirrorless ligeras y accesibles con un gran rendimiento en fotos y vídeos. Si te inclinas más hacia la creación de contenido o la fotografía híbrida, la EOS R6 Mark II es una cámara todoterreno increíble: rápida, intuitiva y excelente con baja iluminación».

En cuanto a los objetivos, Nina recomienda el RF 24-70mm F2.8L IS USM de Canon como «opción versátil y fiable. Es nítido, rápido y abarca un rango lo bastante amplio para retratos, moda, documentales y contenido entre bastidores». Si cuentas con un presupuesto más ajustado, el objetivo RF 28-70 F2.8 IS STM es una gran opción. El RF 35mm F1.8 MACRO IS STM es un atractivo objetivo de focal fija con un espléndido bokeh y detalles nítidos, ideal tanto para fotos como para vídeos sin trípode.

La primera cámara de Ian fue una EOS 600D de Canon, que destaca por ser «muy fácil de usar para principiantes»; la encontraba especialmente útil por su pantalla LCD totalmente articulada. La equivalente mirrorless actual sería algo parecido a la EOS R10 de Canon, pero a medida que avanzó en su carrera, el cambio a la EOS R5 «transformó por completo las reglas del juego» para él, gracias a sus capacidades de enfoque automático.

«Creo que para alguien que acaba de empezar, la EOS R10 sería una gran elección. Es pequeña, ligera y capaz de ofrecer fotos de alta calidad, así como vídeo 4K, por lo que es perfecta para fotógrafos híbridos y también para la creación de contenido».

En cuanto a objetivos, Ian sugiere empezar con el objetivo del kit RF-S 18-45mm F4.5-6.3 IS STM de Canon, pero «también consideraría añadir el objetivo de focal fija RF 35mm F1.8 MACRO IS STM al equipo, ideal para situaciones con baja iluminación y para jugar con la profundidad de campo».

Emmanuel afirma que una de las primeras cámaras que utilizó profesionalmente fue la EOS 60D de Canon. «Era ligera, asequible y fiable». Ahora utiliza una EOS R5 Mark II, que describe como «potencia mirrorless para captar tanto fotos como vídeos al máximo nivel», junto con los objetivos RF 50mm F1.2L USM y RF 85mm F1.2L USM

Para cualquiera que empiece hoy día en el sector y cuya meta sea trabajar profesionalmente tanto en fotografía como en vídeo, recomienda la EOS R6 Mark II como «la cámara todoterreno ideal: fotos de 24 MP, potente rendimiento de vídeo 4K y excelente con baja iluminación. Es ideal para eventos, retratos, contenido entre bastidores y creación de contenido. La utilizo para todo mi contenido de vídeo».

Para el trabajo híbrido, Emmanuel recomienda un objetivo zoom rápido y ligero, como el RF 28-70 F2.8 IS STM, que cuenta con estabilización de imagen y una abertura máxima constante de f/2,8 para unos resultados uniformes.

Aunque el equipo es importante, Nina cree que no siempre se necesita contar con el equipo más sofisticado; de hecho, lo que distingue tu trabajo es la técnica. «Se trata de cómo captas la foto y cómo la encuadras».

Para ella, dice: «La conexión lo es todo. Hago un esfuerzo consciente por crear un espacio seguro y abierto en el set, donde las personas se sientan vistas, escuchadas y comprendidas. No me apresuro a disparar. Hablo con mi modelo, encuentro un ritmo y dejo que ocurran momentos espontáneos y naturales. He descubierto que las mejores imágenes se producen cuando hay confianza, cuando la persona baja la guardia y se siente capacitada para dejarse llevar.

«También creo en dirigir a través de la energía, no del control. Guío con suavidad, ofrezco indicaciones sobre el estado de ánimo o el movimiento, pero dejo espacio para que la personalidad del sujeto brille. Ya sea un modelo, un artista o alguien que nunca ha sido fotografiado, la magia se produce en los momentos en las personas que se sienten ellas mismas por completo».

Para Ian la comunicación también es clave. «Para sacar el máximo partido a mis sujetos, siempre intento comunicarme y compartir mi visión con ellos lo máximo posible. Es muy importante recordar que también forman parte del proceso de colaboración, por lo que siempre comparto paneles de ideas y referencias visuales para que puedan hacerse una idea de lo que busco. También resulta muy útil reproducir buena música en el set».

El enfoque de Emmanuel es notablemente similar. «Me tomo unos minutos para interactuar y conectar con el modelo», comenta. «Tanto si tienen experiencia como si con principiantes, al hacer que se sientan seguros, vistos y respetados se consigue una expresión auténtica.

«Guío a mis modelos con claridad, pero mantengo un ambiente divertido y colaborativo», añade. «La música, la risa y las afirmaciones ayudan a la gente a soltarse y abrirse».

Nina, Ian y Emmanuel ilustran que es la visión del artista, junto con el equipo adecuado y siempre en colaboración, lo que da vida a una historia. Es un recordatorio de que en fotografía no se trata solo de captar una imagen, sino de construir una narrativa que resuene en el espectador mucho después de que la foto haya sido tomada.

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