«Cuando imprimes una imagen, todas las experiencias que has vivido al hacerla se materializan en un trozo de papel que puedes tocar y dar», dice Joel Santos, el fotógrafo de viajes que imprime sus imágenes para regalarlas, exponerlas o venderlas a través de su sitio web. «Eso le aporta mucho valor, mucho más que el valor aparente del papel y la tinta». © Magali Tarouca
«Aunque nuestras vidas son cada vez más digitales, en el fondo seguimos siendo seres analógicos», nos cuenta el embajador de Canon Joel Santos. «Cada vez más, nos conectamos con las personas e intercambiamos imágenes en redes sociales y mediante mensajes instantáneos, pero seguimos prefiriendo las cosas materiales. En cuanto a las fotos, creo que no hay nada que supere la impresión, y cuando siento que una foto es especial, me gusta imprimirla».
Joel, residente en Portugal, es fotógrafo de viajes y realizador de documentales. Su trabajo se centra principalmente en las personas que viven de forma tradicional en ubicaciones remotas de todo el mundo, como China, Mongolia, India y Etiopía. Un aspecto importante de su fotografía es imprimir sus historias, ya sea para vender las impresiones, exponerlas o regalarlas. «Cuando regalas algo que puedes tener físicamente, sostener, tocar y oler, las personas lo valoran más», dice.
Joel cree que no hay duda en que la impresión ha aportado ventajas comerciales a su negocio. «La venta impresiones no es mi fuente de ingresos principal, pero recibo muchas solicitudes de empresas y de personas a las que les gustan mis fotos y quieren imprimirlas para colgarlas en la pared», nos cuenta.
En este artículo, Joel nos ofrece consejos sobre cómo contar historias con las impresiones y nos cuenta las ventajas de la PIXMA PRO-200 de Canon.