Qué se necesita para ser fotógrafo de viajes y aventuras

«Me gustan los retos», comenta la embajadora de Canon Ulla Lohmann, que lleva más de 25 años siendo fotógrafa y videógrafa de viajes y aventuras. «Desde mi punto de vista cambiar es muy bueno, y los retos suponen cambios. Si todo es muy cómodo, se vuelve aburrido. Cualquier reto es una oportunidad para trabajar más duro en mis proyectos y para sentir lo mucho que quiero que me publiquen la historia».

Ulla vive en Alemania, pero sus trabajos para organizaciones como National Geographic, la revista GEO y la BBC la han llevado a docenas de países. Los volcanes son su pasión particular, y a veces ha ido muy lejos para conseguir las imágenes que quería. Una de las sesiones más peligrosas de Ulla consistió en adentrarse 600 metros dentro de un volcán activo en la isla de Vanuatu, en el Pacífico Sur. Las fotografías únicas y espectaculares que hizo a apenas 50 metros del lago de lava supusieron la culminación del sueño de toda una vida. «El volcán daba la sensación de ser tan grande y poderoso que me hizo darme cuenta de que los humanos somos muy pequeños», comenta, «pero a la vez me hizo sentirme viva de verdad».

Viajar a sitios exóticos y fotografiar para publicaciones y sitios web prestigiosos es el trabajo con el que sueña mucha gente. Pero labrarse una carrera como fotógrafo de viajes y aventuras no es tarea fácil. Para triunfar, necesitas una gama de habilidades y aptitudes personales entre las que se incluyen la capacidad para identificar una historia única, habilidades de organización excelentes y una sed insaciable de aventura. Ulla nos cuenta aquí el tipo de determinación absoluta que le ha permitido triunfar en este sector tan competitivo.

Llegar a ser un fotógrafo de viajes consolidado puede ser complicado, aunque en el caso de Ulla su éxito fue una mezcla de serendipia, trabajo duro y no dejar pasar una oportunidad. Tras ganar una competición de ciencia con 18 años, invirtió el dinero del premio en viajar por el mundo y empezó a grabar historias con regularidad para una revista mensual de su región natal.

Mientras viajaba por las islas Vanuatu, en el Pacífico Sur, coincidió con un equipo de National Geographic. Tras conocerles, se ofreció a trabajar como su cocinera. «Conocerles me hizo darme cuenta de que hay gente que trabaja como periodista y que son "storytellers" con un trasfondo científico, y ese fue el momento en el que me dije que iba a hacer lo mismo».

Para empezar, Ulla reconoció que necesitaba más conocimiento científico antes de cumplir su sueño. «Empecé a estudiar gestión de recursos naturales para entender la conexión entre la gente y la naturaleza», comenta Ulla. «Además, me di cuenta de que necesitaba desarrollar mis habilidades de narración de historias, puesto que mucha gente puede conseguir imágenes increíbles, pero es la historia lo que te hace único y te permite destacar como fotógrafo».

Solo se publican las mejores historias, por lo que es importante aguantar los golpes que te da la vida y que te sirvan para lanzarte, especialmente al empezar. La primera historia de Ulla para National Geographic sobre una tribu remota de Papúa Nueva Guinea que tardó tres años en encontrar fue rechazada en un primer momento.

«El editor de imágenes solo miró tres de mis fotos antes de decir que no», recuerda Ulla. «Me podría haber quedado destrozada, pero en ese momento lo único que quería era saber por qué. Y por eso le dije "Vale, ¿qué puedo mejorar?". Me explicó que tenía que fotografiar más con poca luz, con luz natural y a la luz del fuego y de las antorchas».

«Tras eso, volví y fotografié la historia de nuevo. Así que varios años después de empezar a trabajar como cocinera en expediciones, me publicaron la primera historia. Este consejo, el de fotografiar el ambiente y la sensación de la situación, y no el objeto, es algo que me ha acompañado durante toda mi carrera y me ha ayudado mucho».

Es inevitable que las cámaras y objetivos para la fotografía de viajes y aventuras se sometan a menudo a condiciones exigentes. Cuando Ulla descendía por el volcán activo, la lluvia que caía se convertía en una lluvia ácida dañina por culpa de los gases volcánicos. Aun así, la protección contra las inclemencias meteorológicas tan efectiva de la EOS 5D Mark IV de Canon que llevaba mantuvieron la lluvia ácida y la humedad a raya.

Ulla también ha fotografiado en una multitud de otras ubicaciones desafiantes. Para su proyecto actual, «47 Summits», está fotografiando desde los puntos más altos de los 47 países europeos, por lo que su equipo tiene que ser lo suficientemente resistente para resistir los golpes que recibe en las escaladas. «A veces solo puedes escalar las montañas con cuerdas, por lo que tienes que ir muy ligero. Algunas tienen glaciares permanentes en lo alto que son muy resbaladizos», comenta Ulla.

En otras situaciones ha trabajado bajo tierra, como en la cueva Križna Jama de Eslovenia. Comenta que «fue una gran ventaja usar la EOS R5 de Canon allí gracias a sus capacidades para fotografiar con poca iluminación, por lo que puedes usar linternas normales para iluminar la cueva. Es mucho más sencillo que usar flash y más fácil de transportar».

Aunque la fotografía de viajes y aventuras atrae por lo evidente, por no mencionar la libertad de explorar otros países y culturas y la satisfacción de contar historias únicas y fascinantes, también tiene sus retos.

Uno es el «trabajo de oficina», la enorme cantidad de tiempo que lleva investigar y planear una historia. Ulla a veces ha tardado más de 10 años en preparar una sesión. El otro es la cantidad de tiempo pasas fuera de casa. En el caso de Ulla, unos 11 meses al año.

Eso sí, esto no le supone problema. «Me encanta investigar y organizar viajes y viajo con mi marido y mi hijo de tres años, por lo que puedo seguir teniendo una vida familiar normal», comenta. «Educamos a nuestro hijo nosotros mismos y gracias a internet me resulta muy fácil mantener el contacto con mis amigos. Siempre hay motivos para no viajar, pero siempre puedes encontrar soluciones. Si no encuentras solución es porque no tienes ninguna intención de hacerlo».

Un cuarto de siglo después de publicar sus primeras historias, Ulla sigue experimentando la misma alegría y sensación de plenitud con su trabajo que cuando empezó. «Cada vez que estoy inmersa en una buena historia me dan escalofríos en el cuello, y es muy gratificante cuando lo termino todo y veo el proyecto final», comenta Ulla.

«Me sigue emocionando tanto como cuando empecé porque soy consciente de lo poderosas que son las historias y cómo realmente soy capaz de cambiarle la vida a la gente. Cuando doy charlas recibo muchos comentarios de gente que me dice que les he inspirado para cumplir sus sueños, que les he cambiado la vida, y eso es muy gratificante. Eso es lo que me impulsa a hacer lo que hago».