Las bodas privadas están en auge, ya que cada vez más parejas eligen cambiar las grandes ceremonias tradicionales por algo más pequeño e íntimo. Para la pareja de fotógrafos internacionales de bodas Pablo Laguia y su esposa Ana Gómez, esto supone diferentes formas de trabajar, pero también muchas recompensas. Imagen tomada con una EOS 6D (a la que ahora sucede la EOS 6D Mark II) con un objetivo EF 50mm f/1.2L USM de Canon con una configuración de exposición de 1/250 s a f/2,5 e ISO 100. © Pablo Laguia
Tras los acontecimientos de 2020, no es de extrañar que las bodas privadas estén en auge, ya que las parejas deciden abandonar sus planes de bodas formales a gran escala en favor de algo más sencillo y personal. Pero lo pequeño no tiene por qué ser aburrido. Para celebrar su pasión por la aventura, las parejas optan cada vez más por cambiar los recintos tradicionales por impresionantes fondos al aire libre o ubicaciones inusuales. Sin embargo, sea cual sea el lugar en el que los futuros cónyuges decidan pronunciar sus votos, elegir el fotógrafo de bodas privadas adecuado es incluso más importante, ya que las imágenes que capture serán la única forma de compartir ese día especial con los familiares y amigos.
El fotógrafo internacional de bodas y embajador de Canon Pablo Laguia trabaja en colaboración con su esposa Ana Gómez desde su base en Alicante, España, y la fotografía de bodas privadas es ahora una parte importante de su negocio. Ana solía trabajar en el negocio de la moda y la pareja se conoció mientras colaboraban en campañas. «Creemos que hemos formado un buen equipo», dice ella. Ahora, Ana gestiona el marketing, la comunicación y los clientes, mientras trabaja como segunda fotógrafa.
En este artículo, la pareja comparte algunas de las lecciones que han aprendido a través de la fotografía de bodas privadas y por qué estar detrás del objetivo en celebraciones de menor tamaño es una experiencia única.