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Los extraordinarios retratos de aves de Tim Flach
Descubre las técnicas que utiliza este prestigioso fotógrafo de naturaleza para capturar impresionantes imágenes y por qué cree que su proyecto nos ayudará a conectar con la naturaleza.
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Muchas veces, los fotógrafos de naturaleza van a los lugares más inhóspitos del mundo en los que hace un calor abrasador o un frío glacial, o se encuentran bajo el agua con poca visibilidad. Además, aunque se preparen minuciosamente para la sesión, los animales pueden ser esquivos hasta la frustración y, a veces, incluso peligrosos, por lo que los fotógrafos deben improvisar y llevar su equipo al límite.
En este artículo, hablamos con cinco importantes fotógrafos sobre las sesiones de fotografía de naturaleza más difíciles que han realizado en su carrera y cómo consiguieron la imagen perfecta.
No hay duda de que la sesión más difícil del cineasta y fotógrafo de conservación Robert Marc Lehmann mereció la pena: le hizo ganar el título de fotógrafo del año de National Geographic en Alemania en 2015.
La ubicación era una zona de aguas poco profundas a la que las focas grises van a descansar, cerca de Heligoland, un pequeño archipiélago cerca de la costa noroeste de Alemania. Sin embargo, encontrar las focas fue todo un desafío. «La única manera de llegar allí es nadar 2 km luchando contra fuertes corrientes y grandes olas», explica Robert. «El agua está muy fría, las focas no están acostumbradas a ver humanos y la visibilidad suele ser escasa».
Sin embargo, ese día en concreto se reunieron las condiciones perfectas para un disparo especial (la imagen principal), mientras trabajaba con la EOS 5D Mark III y el objetivo EF 16-35mm f/2.8L II USM de Canon en una carcasa submarina y dos luces estroboscópicas.
«El sol se estaba poniendo y el mar estaba en calma chicha», continúa. «A unos 50 metros se encontraba una foca hembra durmiendo, y me fui acercando muy poco a poco a lo largo de un periodo de dos horas. Cuando estaba muy cerca, parecía estar saludando a la cámara y los rayos de sol incidieron en la superficie del agua. Presioné el obturador, miré la imagen en la pantalla de la cámara y pensé "Esa es la foto"».
Robert la envió a un concurso de National Geographic en Alemania. «Unas semanas después, me llamaron para informarme de que era el fotógrafo del año de National Geographic [en Alemania]», cuenta. «Me sentí muy orgulloso de haber ganado con esta imagen en concreto, porque está tomada en la zona de Alemania en la que vivo».
Hace poco, Robert fue el primer fotógrafo en probar el nuevo objetivo RF 100-500mm F4.5-7.1 L IS USM de Canon con la nueva EOS R5. En su opinión, es «la herramienta perfecta para la naturaleza», debido al IS de 5 pasos, el ultrarrápido AF de seguimiento de animales y el práctico anillo de control. El funcionamiento casi silencioso y el alcance ampliado del RF 100-500mm F4.5-7.1 L IS USM lo convierten en un complemento fantástico para el equipo de cualquier fotógrafo de naturaleza. «Creo que va a cambiarlo todo», añade Robert.
La española Marina Cano es embajadora de Canon y una galardonada fotógrafa de naturaleza que se ha especializado en capturar imágenes de la vida salvaje africana a lo largo de sus 10 años de carrera. Para Marina, lo que vuelve una sesión de naturaleza especialmente difícil es su impacto emocional. El momento más duro de su carrera se produjo durante una sesión en el desierto del Kalahari, en Sudáfrica, con la EOS-1D X Mark III de Canon. Estaba siguiendo a una manada de perros salvajes africanos, también conocidos como lobos pintados.
«Esperamos a que se despertaran de la siesta y, a última hora de la tarde, se fueron a cazar», cuenta. «Esta especie no mata como los leones, que asfixian a sus presas, sino que simplemente empiezan a comérselas. En una ocasión fue realmente duro porque, aunque estaba preparada, no me esperaba la presa que atraparon.
«Fue horrible ver a una cría de antílope rodeada de todos esos perros salvajes mientras la madre intentaba protegerla inútilmente. Ese fue el momento más difícil que he vivido fotografiando la naturaleza».
Marina acepta que esas situaciones son parte inevitable del mundo natural y, por tanto, de la fotografía de naturaleza. «No podemos hacer nada, solo ser testigos», afirma. «Mi trabajo refleja mucho las emociones, y creo que es porque soy una persona muy sensible. Tengo que superar mis sentimientos y ser capaz de hacer fotos de lo que ocurre».
Todos los años, millones de sardinas migran por la costa este de Sudáfrica. Es un espectáculo asombroso presenciar cómo estos peces se convierten en el alimento de delfines, ballenas, tiburones y aves marinas. Sin embargo, fotografiar la «carrera de las sardinas» requiere aguante y la capacidad de olvidarse de las comodidades modernas, afirma Nadia Aly, fotógrafa de naturaleza especializada en la vida submarina.
«Llevo seis o siete años seguidos haciéndolo durante periodos de, como mínimo, un mes», explica Nadia. «Nos levantamos por la mañana con temperaturas de 5 °C. En el barco no hay baño y pasamos en él unas 8 o 10 horas. Tampoco hay sombra; tienes que aguantarte y ya está, pero cuando ves que pasa algo, es el evento más impresionante del océano».
La cámara principal de Nadia es una EOS-1D X Mark II equipada con un objetivo EF 8-15mm f/4L Fisheye USM de Canon, pero también se lleva una EOS 5D Mark IV con un EF 16-35mm f/2.8L II USM acoplado. «Tengo varias configuraciones porque no me da tiempo a cambiar», continúa.
«Puede que esté en el agua y haya un punto en el que tenga una visibilidad de 10 metros. Después, puede que me mueva con los delfines y que, de pronto, vuelva a tener una visibilidad de un metro. No puedo comprender la situación y el entorno en absoluto hasta que no estoy ya en él. Necesito trabajar rápido y saber cómo utilizar la cámara».
Georgina Goodwin, fotógrafa de documentales independiente y exembajadora de Canon residente en Kenia, vivió su sesión fotográfica de naturaleza más desafiante en 2017, cuando estaba fotografiando la imagen de póster principal de «My Africa», el vídeo de realidad virtual en 3D de Conservación Internacional.
«Tenía que capturar un momento entrañable entre Naltwasha, la chica Samburu que protagoniza el vídeo, y un elefante bebé huérfano llamado Shaba», recuerda Georgina. «Las crías de elefante pesan mucho, son muy rápidas y pueden comportarse de manera errática. Además, la chica nunca había estado cerca de un elefante y estaba aterrada.
Georgina utilizó su EOS 5D Mark III y un objetivo EF 24-105mm f/1.4 IS USM de Canon. «Sabía que con este cuerpo de cámara y este objetivo tenía más probabilidades de captar el momento», afirma. «La sesión se realizó en un terreno bastante difícil, y el aire era muy seco y caliente a pesar de las oscuras nubes de lluvia que teníamos encima. Debía ir despacio para intentar mantener la calma y la concentración y poder reaccionar con rapidez cuando llegara el momento».
Poco a poco, Shaba se fue acercando, persuadido por unas ramas, y Georgina empezó a hacer las fotografías. «Supe que era "el momento" cuando las oscuras nubes se abrieron para dejar pasar un rayo de sol mientras la chica y el elefante se acercaban, y después trompa y mano se tocaron», cuenta. «No los perdí de vista y seguí disparando. Cuando solté la cámara, me sentí aliviada y muy contenta de saber que tenía la imagen perfecta».
Aunque cabría pensar que una de las cosas más difíciles para un especialista en aves es fotografiar los veloces pájaros en vuelo, lo más desafiante para Markus Varesvuo, afincado en Finlandia, fue fotografiar la eclosión de unos polluelos, dada la gran resistencia que exigió la captura.
Markus ha ganado varios premios importantes por sus fotografías de aves y ha publicado varios libros. Al principio, preparó su escondite cerca del nido de un urogallo hembra incubando a sus polluelos en el este de Finlandia, cerca de la frontera con Rusia. Se estaba preparando para una larga espera a fin de conseguir la imagen que quería, pero con frecuencia la naturaleza no se comporta como esperamos.
«Después de una hora, cuando miré por el objetivo, la hembra se estaba yendo con sus polluelos. Perdí la primera oportunidad», lamenta. Sin embargo, encontró otro nido de urogallo, preparó su escondite y se fue acercando poco a poco.
Utilizó la EOS-1D X, el objetivo EF 600mm f/4L IS II USM y el multiplicador 1.4x III de Canon. Este equipo le proporcionó una longitud focal de 840 mm, fundamental para mantener cierta distancia con el nido y no asustar al pájaro.
Durante su espera en el escondite, Markus solo durmió de tres a cinco horas al día, pero al final obtuvo su recompensa con las imágenes de los polluelos. «Estuve en el escondite durante unos cuatro días esperando a que los polluelos eclosionaran. Fue bastante tiempo», recuerda. «Estaba muy contento de haber conseguido la foto».
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