«Munganau Walks Home» (Munganau vuelve a casa), de la fotógrafa Ulla Lohmann

EXPOSICIÓN WORLD UNSEEN (MUNDO INVISIBLE)

«Munganau Walks Home» (Munganau vuelve a casa), de Ulla Lohmann

Una embajadora de Canon retrata el fenómeno natural de un volcán en erupción y de un joven que vive a su sombra.

World Unseen (Mundo Invisible) está mejorando la forma en que las personas experimentan la fotografía, incluidas las personas con discapacidad visual. Aquí encontrarás la impresionante fotografía de Ulla Lohmann realizada en Papúa Nueva Guinea. Escucha la descripción de audio de Ulla o léela más adelante.

Escucha cómo Ulla Lohmann describe su propia fotografía

«Munganau Walks Home» (Munganau vuelve a casa), de la fotógrafa Ulla Lohmann

En esta fotografía, un chico camina por la playa, de derecha a izquierda. Lleva un juguete, un palo largo de madera con ruedas pequeñas y, bajo sus pies desnudos, la arena es negra. Detrás de él, a la derecha, a través de una laguna de agua azul turbia, hay un volcán que lanza una nube oscura de ceniza. Domina la mitad superior de la imagen y oscurece un vibrante cielo azul.

El humo del volcán es tan espeso que parece sólido, girando y deslizándose por la fotografía en tonos grises y negros. La columna gigante se derrama por el agua, pasa por encima de la cabeza del chico y continúa más allá de los extremos del encuadre. Está envuelto con una toalla verde intenso y lleva pantalones cortos. Se llama Munganau.

No está mirando al volcán en erupción. En vez de eso, presta atención a su juguete, un palo con una rueda en el centro y dos ruedas pequeñas al final, construido por él mismo. Va descalzo con hierba seca pegada a los pies, y unas ramas caídas están tiradas en la orilla.

«Munganau Walks Home» (Munganau vuelve a casa) de la fotógrafa Ulla Lohmann que muestra una simulación de degeneración macular relacionada con la edad temprana por deterioro VI
«Munganau Walks Home» (Munganau vuelve a casa) de la fotógrafa Ulla Lohmann que no muestra simulación de deterioro VI

Desliza para ver una simulación de la degeneración macular temprana relacionada con la edad

Fotografía original

Hice esta fotografía, llamada «Munganau Walks Home» (Munganau vuelve a casa), durante uno de mis numerosos viajes a Matupit en Nueva Bretaña Oriental (Papúa Nueva Guinea).

Munganau, como todos los niños que habitan este lugar, ha vivido a la sombra del Tavurvur, un volcán activo y violento, durante toda su vida.

La arena negra y las nubes de ceniza no siempre han sido los protagonistas de este lugar. De hecho, antes de 1994, cuando Tavurvur comenzó sus frecuentes erupciones, las inmaculadas aguas del mar de Bismarck, los exuberantes bosques y las prístinas playas eran la viva imagen de un idílico paraíso, rebosante de color y vida.

El volcán activo ha hecho más difícil la vida de los que residen allí. Regularmente escupe enormes nubes de gas y ceniza en el cielo, dejando todo enterrado bajo un manto negro.

Cuando la lluvia pasa a través de las nubes de gas, se convierte en lluvia ácida, estropeando los cultivos, la vegetación y el agua potable. Las cenizas se pegan a todo: pelo, ropa, boca y pulmones. Los problemas de salud son frecuentes, especialmente para los niños.

Sin embargo, a pesar de las dificultades que Tavurvur les plantea, los aldeanos se han quedado en su tierra habitual, rodeados por el mar.

DETRÁS DE LA FOTO
Ulla Lohmann, que ha visitado este volcán varias veces, hizo «Munganau Walks Home» (Munganau vuelve a casa) con la EOS 5D de Canon.

Cada noche, los niños se reúnen en la orilla para limpiarse las cenizas y jugar.

La erupción de esa noche no era nada nuevo para ellos, a pesar de que el volcán estaba haciendo unos ruidos atronadores y lanzando cenizas al cielo con violencia.

Vi cómo se creaba una imagen maravillosa, especialmente con la indiferencia de Munganau ante el fenómeno natural que ocurría detrás de él. No miraba hacia arriba. Era normal para él, así que siguió, en su propio mundo, jugando y siendo feliz.

Y aunque no lo comprendamos, Munganau y los otros niños aquí son felices.

Sin embargo, ver a estos niños viviendo en las ruinas de su antiguo paraíso resulta humillante. Nací en Alemania, donde no cabe duda de que tenemos una vida más cómoda. Disponemos de aire limpio, agua corriente potable, suelo fértil, electricidad, coches y grandes centros comerciales.

Ellos no, pero los que viven cerca del Tavurvur nunca parecen centrarse en lo que les falta, sino en lo que tienen. Su optimismo es asombroso. Se podían quejar todos los días de que sus casas están enterradas bajo las cenizas, de que no hay comida en sus huertos, de que no hay agua dulce para beber o para lavar, o de que la ropa limpia se ensucia en cuanto la cuelgan para secar. Pero no lo hacen.

Esta fotografía de Munganau, realizada con una EOS 5D de Canon, muestra lo adaptables, resistentes e ingeniosos que pueden ser los seres humanos. Y cómo pueden prosperar incluso en los entornos más duros.

Con el tiempo, los aldeanos se han ido adaptando de muchas maneras. Una de ellas es su relación con una pequeña ave llamada "megapodo". El megapodo pone huevos en el suelo volcánico caliente, a veces hasta a dos metros de profundidad, para que el Tavurvur los incube. Los aldeanos no solo cosechan los huevos para alimentarse, sino que los utilizan para predecir si es probable que vuelva a producirse actividad volcánica.

Antes de que el volcán entre en erupción, los gases ascendentes calientan el suelo y, por lo tanto, el megapodo coloca los huevos más cerca de la superficie.

El volcán activo ha hecho más difícil la vida de los que residen allí. Con frecuencia, escupe enormes nubes de gas y ceniza al cielo, cubriéndolo todo con un manto negro».

Y aunque esta imagen es un excelente ejemplo del optimismo del espíritu humano, también nos muestra tanto la majestuosidad como la ferocidad de la naturaleza, y cómo esta se comunica con nosotros. A veces grita, fuerte y con violencia, en forma de erupción.

Otras veces es más sutil. En medio de la arena negra de la fotografía, caliente bajo los pies de Munganau, hay pequeñas manchas blancas. Podría parecer escarcha. No lo es. Es un pequeño y significativo indicador de cómo cambia el paisaje antes de una erupción.

De todas las maravillas de la naturaleza, los volcanes están entre las más atractivas. Nos muestran lo que es estar vivo. Completamente vivo. He estado en la cima del cráter de este volcán una de las veces que ha explotado.

Miré hacia abajo y vi el corazón burbujeante e hirviendo de la tierra; aunque podría haberme aplastado, no lo hizo. Sentí una gran gratitud. Porque estaba entre la vida y la muerte, y no me pasó nada.

Creo que si más gente pudiera ver un volcán en erupción, el mundo sería un lugar mejor. Porque, junto a un volcán, sentimos que la naturaleza está por encima de nosotros. Los volcanes, que estuvieron aquí mucho antes que nosotros y lo seguirán estando mucho después, nos dejan asombrados sobre el poder del mundo natural.

Y aunque los volcanes pueden destruir todo lo que les rodea, también generan vida, enriqueciendo el suelo y creando los cimientos de los exuberantes ecosistemas que nos permiten vivir.

En cuanto al Tavurvur, últimamente ha estado callado. He estado visitando este lugar durante décadas, y recientemente he presenciado lo que Munganau y los otros aldeanos están viendo: que poco a poco, pero de forma segura, mientras el volcán duerme, la vegetación y la vida empiezan a florecer, y el paraíso regresa.

Más información sobre la embajadora de Canon Ulla Lohmann

IMPRIMIENDO UN MUNDO INVISIBLE
Para hacer posible la experiencia de la exposición World Unseen (Mundo invisible), imprimimos versiones en braille y en relieve de imágenes emblemáticas con el software Canon PRISMAelevate XL y la serie de impresoras Arizona.

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Vi cómo se creaba una imagen maravillosa, especialmente con la indiferencia de Munganau ante el fenómeno natural que ocurría detrás de él. No miraba hacia arriba. Era normal para él».

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