«Una de las características destacadas de la EOS M50 de Canon es el enfoque automático», afirma Sacha. «Al grabar con cardanes, nunca podíamos cambiar el enfoque en mitad de la grabación mientras corríamos a toda velocidad. Lo mejor de esta cámara es que nos permite seguir a una persona determinada y la enfoca automáticamente para realizar el seguimiento, una prestación que me pareció muy útil».
Entonces, ¿hasta qué punto están planeadas esas angustiosas escenas de acción? «Intentamos planificar lo máximo posible, pero luego dejamos el resto al azar», dice riendo Toby. «Algunos elementos cambian; por ejemplo, depende de si los integrantes se sienten con fuerzas para hacer lo que tenían pensado».
Algunas escenas fueron planificadas al detalle, como las acrobacias en el depósito de contenedores, para las que se construyó una zona a medida, diseñada por Storror, para la grabación, a fin de garantizar que las superficies fuesen seguras para caer sobre ellas y que los contenedores estuviesen a la distancia adecuada, y al milímetro, para que el equipo realizara sus carreras. Otras tomas fueron más fluidas por sus características, como la «intensa» secuencia de saltos de un puente a un barco en movimiento. «Nos dimos cuenta de que cuando grabas en el agua cada vez es diferente», confirma Sacha. «Podrías intentar hacerlo exactamente igual que la última toma, pero el barco podría estar a un metro de diferencia».
El contenido final ha sido muy especial para Storror. «Los primeros días fueron una experiencia surrealista; seguíamos intentando asimilar la magnitud de este proyecto», cuenta Toby. «Terminó siendo una de las mejores grabaciones que hemos hecho nunca».