Muhammed fue a Irak en 2003 para cubrir las secuelas de la invasión liderada por Estados Unidos. «Naturalmente, yo no tenía experiencia, pero pensé que al haber nacido durante un conflicto ya sabía todo lo necesario», afirma. «Me di cuenta de que no sabía nada y me adentré en un lugar oscuro».
Continuó viajando a zonas de guerra y cubriendo conflictos de forma convencional, hasta que tuvo una revelación. «Mostrar solamente la destrucción y la miseria suponía ignorar el otro lado de la historia: la gente, su vida diaria, su resistencia», cuenta. «Me descubrí buscando belleza en medio del conflicto, una sonrisa entre los escombros».
Muhammed comenzó a centrarse en las historias de los refugiados y a pasar más tiempo sobre el terreno. «Empecé a profundizar más en la vida de las personas», dice. «Cuanto más tiempo pasas en un entorno, menos llamas la atención, y empiezas a ganarte la confianza de la gente. Es entonces cuando consigues abrir una ventana a la vida de las personas; de lo contrario, las fotografías solo muestran el exterior, una historia sin profundidad».