El fotógrafo de deportes extremos Richard Walch es tan feliz colgando de un helicóptero como deslizándose suavemente por una pista de nieve, si en ambos casos consigue capturar con su cámara instantes emocionantes y escalofriantes. Su pasión por la fotografía comenzó cuando practicaba snowboard con sus amigos y sigue siendo tan intensa como a la edad de 16 años, cuando por primera vez una de sus imágenes se publicó en un periódico.
En esta entrevista, revela su planteamiento creativo, la historia que esconde su mejor fotografía y dónde encuentra la inspiración.
«Mi pasión por la fotografía se despertó por una afortunada coincidencia al cambiar de colegio a uno donde había un cuarto oscuro profesional. Pasé mucho tiempo allí, lo que resultó no ser muy bueno para mis notas, pero sí lo fue para mi carrera fotográfica. Empecé con una EOS-1N de Canon y de ahí hasta la EOS-1D X Mark II de Canon. Entonces, pasaba todos los fines de semana en la montaña haciendo snowboard. Mi plan original era convertirme en un snowboarder patrocinado, pero la verdad es que no era lo suficientemente bueno. Así que me dije: "Si no puedo conseguir un patrocinador, cogeré la cámara y haré fotos a mis amigos, que son realmente buenos"».
«Lo principal es organizarse y prepararse para cada disparo. Nunca me he formado oficialmente como fotógrafo, simplemente cometí todos los errores imaginables y me esforcé en evitarlos. Uno de los momentos más difíciles en mi proceso de aprendizaje fue cuando estuve en Whistler, Canadá, después de terminar los estudios. Durante una semana estuve fotografiando con película, llevé 10 rollos a un laboratorio en Vancouver y, cuando fui a recogerlos, todos los rollos estaban subexpuestos por tres puntos porque había puesto la cámara en -3 por error. Había perdido todas esas imágenes fantásticas porque eran tres puntos demasiado oscuras. Con la película analógica, no había forma de arreglarlo. No me ha vuelto a pasar».
«Algunas de las cosas a las que presto mucha atención son cómo llegar al lugar al que quiero ir, cómo estar seguro y cómo preparar el disparo. Hay que estar alerta cuando se trabaja al aire libre o en las montañas, o incluso simplemente haciendo selfis. Sé cauto, observa lo que estás haciendo y, después, coge la cámara y toma la fotografía».
«Desde que empecé a fotografiar snowboarding y deportes de invierno, he soñado con ir a Alaska. Pero no basta con ir a Alaska y ver qué pasa, hay que ser parte de un equipo muy duro. Fui con algunos de los mejores esquiadores de Europa, un grupo llamado Legs of Steel. Fuimos en heliesquí a Haines, el mejor lugar en Alaska para practicar fuera de pista. La nieve se pega a las paredes verticales [se muestra en la imagen inferior], lo que hace posible deslizarse con una inclinación imposible en cualquier otro lugar del mundo. La presión es extremadamente elevada, pues los atletas invierten entre 10 000 € y 15 000 € para hacer tal vez de seis a diez intentos, así que cuando estás en el helicóptero disparando a través de una puerta abierta, tienes que asegurarte de hacer las fotos. Salió bien, todo el mundo hizo sus acrobacias y nadie resultó herido».