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Se requiere algo más que buenas imágenes para marcar la diferencia. El fotoperiodista explica cómo llega al público adecuado para narrar las historias que le importan.
HISTORIAS
En nuestra nueva serie de artículos, Campo de visión, pedimos a importantes figuras del sector que compartan su opinión sobre un tema de actualidad. En esta ocasión, Tara Pixley, una fotógrafa editorial y de reportajes residente en San Diego, cofundador de Reclaim Photo, una alianza de organizaciones cuyo objetivo es promover la diversidad en el fotoperiodismo, habla sobre por qué el sector necesita fotógrafos con distintos bagajes.
«Estaba trabajando como editora fotográfica durante las protestas de Ferguson, los disturbios sociales que tuvieron lugar en Ferguson (Missouri) después de que el oficial de policía Darren Wilson matara de un disparo al joven afroamericano Michael Brown el 9 de agosto de 2014. Por las imágenes publicadas en los medios y en las agencias de noticias tradicionales, observé que surgía una narrativa visual uniforme. Esto me hizo preguntarme cuántos de esos fotoperiodistas y editores compartían la misma perspectiva, porque su entorno era el mismo: hombre blancos occidentales de clase media.
«No se trata de que solo gente con un bagaje determinado deba fotografiar ciertas historias. Después de todo, Robert Frank era un extranjero cuando fotografió una cultura de forma fresca e impactante en su libro The Americans. Pero conocer de cerca las experiencias que han vivido los sujetos a los que fotografías te ofrece nuevas formas de retratarlos».
«Durante las protestas de Ferguson, la perspectiva del fotógrafo Ruddy Roye como norteamericano de origen jamaicano y negro influyó en su estilo fotográfico. Su trabajo puso en primer plano la humanidad del cuerpo negro de una forma que rara vez se observa en otras imágenes de noticias de esa historia. Es algo que caló en mucha gente, porque sus imágenes contraargumentaban las representaciones típicas de los norteamericanos negros como criminales o víctimas que suelen aparecer en los medios de comunicación».
«Estos días se habla mucho sobre la necesidad de diversificar el fotoperiodismo, pero menos sobre por qué existe el problema. Un motivo son los recursos necesarios para adentrarse en el sector. Si eres una persona de color con 15 años o un inmigrante reciente, puede que no tengas dinero para una cámara o para tomar clases de fotografía. Si quieres ser escritor, tienes que encontrar un sitio en el que te acepten como becario, pero no necesitas un equipo específico y conocimientos técnicos.
«Conozco a algunos periodistas maravillosos que están en el sector porque se preocupan por las personas y por contar sus historias, pero no siempre reconocen que provienen de un lugar privilegiado. Creen que han llegado donde están porque son muy buenos en su trabajo y han trabajado duro. Puede que ambas cosas sean verdad, pero también puede ser verdad que sus padres pudieron permitirse pagar su estancia en Nueva York mientras hacían prácticas no remuneradas o pagar sus viajes en la época de estudiante, y que las imágenes que tomaban durante los viajes les granjearon premios y llamaron la atención del sector».
«Las personas de las comunidades de refugiados e inmigrantes y las comunidades negras empobrecidas, espacios que suelen ser muy fotografiados por los fotógrafos norteamericanos, a menudo no tienen los recursos y el acceso para poder contar sus propias historias. Aún así, sus caras y experiencias se convierten en pasto de subvenciones, premios y carreras de éxito de personas que no pueden ni llegar a imaginar (y no entienden realmente) sus vidas».
«Como profesora universitaria en fotoperiodismo, me encuentro con estudiantes de color que me dicen: 'No sabía que hay gente como nosotros que tiene este trabajo'. Eso refleja el crecimiento de mi propia experiencia. Empecé a leer National Geographic con mi padre cuando tenía tres o cuatro años. Observaba las imágenes y leía los textos sin pensar que alguna vez podría ser yo. No conocía a nadie en mi comunidad que fuera periodista. Fue al llegar al instituto cuando tuve la oportunidad de trabajar en un periódico estudiantil de Atlanta para niños del casco urbano, donde conocí a periodistas que se parecían a mí. Tuve suerte, ya que pude comprarme una cámara después de trabajar durante los veranos como estudiante y ahorrar. Pero la imagen cultural del aspecto que tiene un fotoperiodista no es la de una chica negra.
¿Cómo podemos estar haciendo el mejor trabajo posible si las historias se narran desde una única perspectiva?
«También hay una idea de intención benevolente, de ser testigo por el bien de la humanidad, que conforma el modo en que pensamos en nosotros mismos como fotoperiodistas. Puede que hayamos estado ocultándonos detrás de eso. Debemos ser críticos con nosotros mismos del mismo modo que lo somos con nuestros sujetos. Hablamos de opresión y regímenes opresores, pero no giramos el objetivo hacia nosotros mismos. Me encanta esta profesión y no quiero denigrarla; quiero hacer que sea mejor. Después de todo, ¿cómo podemos estar haciendo el mejor trabajo posible si las historias se narran desde una única perspectiva? Necesitamos una multitud de voces».
«En la escuela aprendí mucho sobre el papel diario de los fotoperiodistas, pero nadie nos habló sobre cómo nuestro trabajo afecta a determinadas comunidades. Se debe formar a los estudiantes en teoría crítica, además de producción periodística, para que estén preparados para salir al mundo y contar historias reales que no se basan simplemente en estereotipos. También necesitamos contar con formación en competencias culturales y diversidad en las salas de redacción».
«Desde que publicaron mi primera imagen y mi primera historia en un periódico regional cuando tenía 15 años, he trabajado en siete u ocho salas de redacción. Cuando dejé de trabajar a tiempo completo como fotoperiodista y editora para realizar un doctorado, empecé a entender que las numerosas intervenciones sobre elecciones editoriales que quería hacer a lo largo de los años, pero no hice porque tenía miedo, eran indicativas de un problema generalizado en el sector. Empecé a hablar, y esto tuvo un impacto muy potente en mí. Me hizo pensar que debía hacerlo a mayor escala. Empecé a centrarme en la diversidad en el fotoperiodismo, que es por lo que fundé Reclaim Photo, una alianza de cinco organizaciones que trabaja para promoverla».
"Al principio, tenía planeado crear una plataforma para poner en contacto a editores fotográficos con fotógrafos no occidentales, pero me di cuenta que es algo que ya se hacía en la base de datos de fotoperiodismo africano de World Press Photo. Para mi investigación académica, entrevisté a organizaciones que trabajan en la diversidad: The Everyday Projects, Native, Majority World, Women Photograph y Minority Report, que son las organizaciones que forman Reclaim Photo. Decidimos colaborar en una encuesta sobre las experiencias de los que trabajan en el fotoperiodismo, que se llevó a cabo el 1 de febrero de 2018. Mediante la recopilación de datos sobre sus éxitos y dificultades, esperamos identificar patrones que nos permitan comprender el problema, publicar los datos y obtener recomendaciones para que el sector sea más inclusivo.
«En Norteamérica, se ha avanzado hacia una mayor diversidad en muchos sectores, pero la simple incorporación de más mujeres o más personas de color no resolverá el problema. No servirá para identificar los problemas interseccionales a los que se enfrentan los diferentes grupos. Todos tenemos prejuicios y debemos aprender a oponernos a ellos. Por eso la educación es tan importante. Parte del papel de un fotoperiodista debería consistir en situar a nuestros jóvenes en una posición en la que se vean a ellos mismos como narradores, no como la historia en sí».
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