La tecnología y las herramientas que reducirán la brecha en el diagnóstico

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Un médico con una bata blanca, con un estetoscopio alrededor del cuello, gesticula sentado ante un escritorio frente a un paciente. El paciente aparece borroso en el lado derecho de la imagen. Hay un ordenador portátil sobre el escritorio, a la izquierda de la foto.

49,7 %. Un poco menos de la mitad, pero el equivalente a unos 3.950 millones.

Seguramente ya habrás adivinado que se trata del número de mujeres y niñas de la población mundial actual. Y, en algún momento de sus vidas, casi todas ellas necesitarán algún tipo de atención médica. A menudo, esto se centrará en su salud reproductiva y, si tienen la suerte de vivir en algún lugar donde existan tales programas, podrán someterse a exploraciones rutinarias y vacunaciones. O, simplemente, podrán reservar una cita cuando les surja la necesidad.

Sin embargo, en la mayoría de los casos, no es tan sencillo.

A los efectos de este artículo utilizaremos los términos «mujeres» y «niñas», pero, por supuesto, también incluyen a personas transgénero, intersexuales y no binarias a las que se les haya asignado el género femenino al nacer. Lamentablemente, todavía tenemos un largo camino por recorrer antes de que las estadísticas reflejen con precisión todas las experiencias de género. Sin embargo, los datos de los que disponemos reflejan una imagen de la asistencia sanitaria que sigue estando lejos de alcanzar cualquier nivel de equilibrio de género. Sobre todo, si analizamos las cifras desde una perspectiva global. Según la Organización Mundial de la Salud, «Todos los días en 2020, casi 800 mujeres murieron por causas evitables relacionadas con el embarazo y el parto». Y un estudio publicado el pasado mes de diciembre en The Lancet sacó a la luz que mientras que más de un tercio de las mujeres experimenta problemas de salud duraderos después del parto, estas condiciones han sido en gran medida descuidadas tanto en la investigación clínica como en la práctica.

Dondequiera que se mire, encontramos informes negativos acerca de la atención sanitaria de las mujeres, y esto se agudiza especialmente en relación con las necesidades reproductivas, como la atención del embarazo, como ya hemos mencionado, o la endometriosis, trastornos del suelo pélvico, la menopausia y exploraciones para la detección del cáncer de cérvix, ovarios o de mama, entre otros. Sin embargo, el panorama general es complejo y variable, dependiendo de dónde y cómo se viva. En algunos países, las dificultades para obtener atención especializada se ven agravadas por largas listas de espera. En otros, las mujeres podrían tener opciones limitadas para acceder a un seguro médico, bien porque tienen más probabilidades de trabajar en empleos con salarios más bajos o porque tienen menos poder de toma de decisiones en el hogar, en relación con cómo se gasta el dinero. En algunos países, el acceso a la atención sanitaria de cualquier tipo es limitado.

Un médico con una bata blanco se inclina hacia delante y presiona un estetoscopio contra el vientre de una sonriente mujer embarazada vestida con una camisa vaquera.

No obstante, recientemente Europa ha presenciado un período significativo de concienciación sobre la salud de la mujer, e incluso ha tenido en cuenta cuestiones de interseccionalidad, lo que constituye una evolución positiva. No cabe duda de que las redes sociales han tenido mucho que ver con esto, pero la ruptura de tabúes en torno a la salud de las mujeres ha llegado incluso a la televisión, la radio y las noticias. El resultado es que las mujeres se sienten cada vez más empoderadas para debatir sobre su salud de una forma con la que no habrían soñado en el pasado. Lo que es aún más interesante es que el trabajo de activistas feministas en esta área, como Caroline Criado-Pérez, (autora de La mujer invisible, obra en la que expone el sesgo de datos en un mundo diseñado para los hombres, que ha vendido más de un millón de copias) llega en un momento en el que estamos más cerca que nunca de aplicar estándares de genómica personalizada a los pacientes. De hecho, las mujeres son las que más se beneficiarán de la retirada del «hombre de referencia», el cuerpo masculino por defecto que se ha utilizado como base para todo, desde las normas de seguridad hasta el establecimiento de lo que se considera «normal» en el ámbito de la atención sanitaria.

Como parte de la serie Expo Talks de Canon, celebrada durante la Expo 2020 Dubai, Dame Anna Dominiczak, Regius Professor of Medicine, explicó al Dr. Ken Sutherland, Presidente de Canon Medical Research Europe, cómo un enfoque basado en datos puede ayudar al personal médico a comprender las muchas y variadas formas en que se presentan las enfermedades en grandes grupos de pacientes. «Incluso el cáncer de mama son varias enfermedades», explicó. «Y, por eso, debemos ser mucho más precisos a la hora de describir los grupos de pacientes y los grandes estratos de enfermedades, a veces multimillonarios. Y eso nos permite ofrecer mejores diagnósticos, pronósticos [predecir] y, lo que es más importante, determinar el tratamiento adecuado.» En la práctica, esto podría significar que los factores de riesgo de miles de enfermedades se identifiquen mucho antes y, para las mujeres, que se atiendan los síntomas que estas notifiquen. Porque, a menudo, es un hecho lamentable que las mujeres temen que no se tomen en serio sus inquietudes. Haz una búsqueda rápida de «síndrome de Yentl» en Google y te darás cuenta de lo razonable que puede llegar a ser este miedo.

La temperatura de un cabezal de ultrasonido. O la velocidad y la presión de una mamografía. Estos son los aspectos que preocupan a nuestros equipos de investigación y desarrollo de Canon Medical, que priorizan la comodidad del paciente tanto como la calidad de las imágenes que producen los escáneres.

También se están llevando a cabo campañas que ponen de relieve las molestias que sienten muchas mujeres al someterse a procedimientos, exploraciones y tratamientos ginecológicos para cuestiones de salud reproductiva. Además del dolor físico, muchas informan de que sienten una profunda vulnerabilidad, ansiedad y autoconsciencia cuando se las explora o se someten a una mamografía, por ejemplo. Y aunque el personal médico hace todo lo posible por ayudar a sus pacientes a sentirse cómodas en estos escenarios, cada momento cuenta. La temperatura de un cabezal de ultrasonido. O la velocidad y la presión de una mamografía. Estos son los aspectos que preocupan a nuestros equipos de investigación y desarrollo de Canon Medical, que priorizan la comodidad del paciente tanto como la calidad de las imágenes que producen los escáneres, por lo que procuran que el mayor número posible de elementos pueda ajustarse al cuerpo del paciente. En un mundo ideal en el que la medicina personalizada sea la norma, estas mismas herramientas avanzadas de captura de imágenes se implementarán lo antes posible, generando imágenes claras y precisas con rapidez, para que, si es necesario, los pacientes puedan iniciar el tratamiento sin dilación. Pero esta velocidad también tiene otro propósito: confiamos en que el personal médico pueda atender a más pacientes.

¿Y qué pasa con las mujeres que no tienen acceso a clínicas, personal médico y programas de revisión? Pueden vivir en áreas remotas, no tener transporte o vivir en un país sin servicio nacional de asistencia sanitaria. También hay numerosas pruebas circunstanciales que sugieren que muchas mujeres dejan de percibir ingresos por el tiempo libre que necesitan en el trabajo para asistir a citas médicas. Esto se traduce en que no pueden permitirse ir al médico, lo cual es devastador. En estos casos, los centros de salud móviles pueden ofrecer acceso a consultas rutinarias, exploraciones y vacunas urgentes, a veces las 24 horas del día. A una escala físicamente más pequeña, existen muchas ONG en todo el mundo que respaldan a los especialistas mientras se desplazan de un lugar a otro con máquinas portátiles, como ecógrafos ligeros. Ambas soluciones están salvando literalmente la vida de mujeres en lugares donde esos servicios no están fácilmente disponibles.

Por supuesto, la atención igualitaria de las mujeres no puede dejarse únicamente en manos de la tecnología. Pero dejar atrás al «hombre de referencia» y tener en cuenta la individualidad de cada paciente es sin duda el camino que consideramos adecuado, al menos en Europa. No obstante, está claro que para aprovechar cualquier progreso en la asistencia sanitaria de las mujeres, la sociedad también debe impulsar la igualdad en otros campos. La educación, el empoderamiento y, sobre todo, el acceso deben ser prioritarios, teniendo en cuenta las barreras y haciendo todo lo necesario para eliminarlas. El Foro Económico Mundial describe este control sobre el propio estado de salud como «el poder de elección», lo que, en última instancia, conduce a mejorar las oportunidades vitales para las mujeres y sus familias.

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