Cuando a los responsables políticos se les ocurrió el nombre «Pasaporte de Producto Digital», dieron en el blanco. ¿Por qué? Porque a veces (vale, la mayoría del tiempo) el lenguaje legislativo puede ser totalmente inescrutable para la mayoría de las personas. ¿Pero el concepto de pasaporte? Bueno, es algo con lo que todos estamos familiarizados.
Y aunque no son exactamente como los que utilizamos para viajar, sin duda existen algunas similitudes clave. Nuestros pasaportes personales son esencialmente un documento oficial que se reconoce y en el que se confía en las fronteras para demostrar nuestra identidad y de dónde venimos. Sin embargo, un Pasaporte de Producto Digital (DPP) lleva ese paso bastante más allá y está absolutamente repleto de detalles sobre la vida útil completa de un producto, no solo de dónde procede, sino cómo se ha fabricado, qué materiales contiene, cómo podemos cuidar de él e incluso cómo se puede reparar o desechar de forma correcta y responsable.
Y que la palabra «digital» no te confunda. Simplemente se refiere al formato del pasaporte, que puede tener la forma de un código QR que te dirige a un repositorio de información, un chip integrado o incluso simplemente una enorme base de datos online, en función de quién necesitará la información. Para 2030, tras una cuidadosa implementación por fases, todos los productos que se vendan en la Unión Europea (con solo un par de excepciones) necesitarán un DPP, que no será simplemente «algo bueno que incluir». La venta de los productos que no tengan uno puede prohibirse en la UE y las empresas que no los proporcionen pueden verse afectadas por una variedad de posibles sanciones.
Es algo que puede sonar un poco molesto para los millones de empresas que venden productos en la UE, pero este cambio tiene un fin muy importante, como explica Wanda Saeid Elsirogi, nuestra directora sénior de Asuntos Normativos Relativos a la Sostenibilidad para Europa, Oriente Medio y África, además de la presidenta del Grupo de Políticas de Sostenibilidad de DIGITALEUROPE. «Es la clave para conseguir una circularidad real», explica. «La información que contiene clarificará al máximo cómo es el producto, desde su fabricación hasta su retirada, y debe haber evidencias de cada elemento. Esto supone que las empresas necesitarán describir exactamente de qué está hecho un producto (sea bueno o malo), cómo se puede reutilizar, reparar, mantener y reacondicionar».
Por lo tanto, durante los próximos años, empezaremos a ver cada vez más productos con códigos QR. «La industria textil ya está a mitad de camino», comenta Wanda, que señala que estos pasaportes ya se pueden encontrar en las etiquetas sobre cómo cuidar la ropa, que a menudo contienen una gran cantidad de detalles. Pero, ¿cómo se traduce esto en un cambio? Pues bien, como dice el viejo proverbio, el conocimiento es poder.
No hay lugar donde esconderse
¿Alguna vez has tenido que aceptar las afirmaciones sobre el valor nominal de un producto? Puede que hayas visto una etiqueta en una camiseta que indica «algodón 100 % sostenible» o algo similar y que la hayas elegido en lugar de otra en la que no se incluía la misma afirmación. Pero, ¿cómo lo sabías realmente? El DPP somete a todos al mismo estándar a través de una transparencia total, lo que supone que si las empresas prometen algo sobre un producto, deben poder corroborarlo.
Las compras más sostenibles están al alcance de la mano
Los datos muestran que cuando compramos, realmente queremos mucha información sobre los materiales, las prácticas laborales y el diseño reparable. Porque cuando disponemos de esos datos, tomamos elecciones mejores y más fundamentadas y, a menudo, invertimos en productos que nos ofrecen calidad y ahorro a largo plazo. Evidentemente, esto es fantástico para los consumidores y para el planeta.
Las empresas necesitarán describir exactamente de qué está hecho un producto (sea bueno o malo), cómo se puede reutilizar, reparar, mantener y reacondicionar».
¿Tienes que decir realmente adiós?
¿Quién no se ha sentido culpable por tirar algo porque no tenía idea de si se puede reparar o cómo? ¿O porque simplemente podríamos hacerlo sin la molestia de entrar en una madriguera de Internet para descubrirlo? Esta es una gran parte del motivo por el que existen los DPP: dar a los consumidores el poder de impulsar la demanda de productos que se puedan reparar o reacondicionar, en lugar de simplemente desecharlos. Y mostrarnos exactamente cómo podemos hacerlo.
¿Segunda mano o reciclaje sensato?
Todos acabamos desprendiéndonos finalmente de algo que hemos comprado y los sitios de reventa online son de lejos la forma más popular de dar una mejor vida a los artículos que antes nos encantaban. Tener el DPP supone que dispones de mucha más información que compartir cuando hagas tus publicaciones y también sirve como una especie de autenticación para los posibles compradores. Y si realmente ha llegado el momento de la despedida final, el DPP también te indicará exactamente lo que necesitas hacer para que un producto no acabe en un vertedero.
Al final, el Pasaporte de Producto Digital supone tres cosas: responsabilidad, responsabilidad y más responsabilidad. «En primer lugar, garantiza que las empresas informen sobre la vida útil de sus productos», explica Wanda. «En segundo lugar, supone que los consumidores sepan exactamente lo que están comprando. Y, por último, anima a las empresas a asegurarse de que sus productos tengan una vida útil sostenible, de modo que los consumidores puedan controlar lo que ocurre con las cosas que compran. Los DPP ayudan a todos a formar parte de la historia de un producto».
Descubre más información sobre el enfoque de Canon respecto a la circularidad y la sostenibilidad.
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