Podría decirse que los corales son unos animales bastante incomprendidos. Sí, animales . Porque, aunque el coral vivo parece una planta y el coral muerto recuerda a una especie de roca calcárea, la realidad es bastante más compleja. Lo realmente sorprendente, sin embargo, es todo lo que nosotros tenemos en común con ellos. Empecemos por el principio. ¿Cómo es posible que el coral sea un animal?
Pues bien, si nos fijamos con atención veremos que está formado por miles de diminutas criaturas de cuerpo blando llamadas pólipos. Estos adorables organismos están emparentados con las medusas y las anémonas de mar, y viven juntos en colonias, secretando carbonato de calcio —como millones de diminutos arquitectos— para construir el mundo rocoso en el que habitan. «Es una estructura tridimensional que permite que toda la vida se desarrolle en el arrecife», explica el doctor Jamie Craggs de Coral Spawning International. «Como los edificios de una ciudad».
Y dentro de esta ciudad viven unas diminutas algas llamadas zooxantelas, que realizan la fotosíntesis (es decir, toman luz solar, agua y dióxido de carbono para alimentarse y generar oxígeno) y proporcionan a los corales el alimento y los colores brillantes que los hacen tan hermosos. Es una relación simbiótica: los corales cuidan de las algas y las algas cuidan de los corales.
Viven en comunidades, crean un entorno con abundante alimento y necesitan condiciones limpias, cálidas y saludables para prosperar. Suena bastante familiar, ¿verdad? Pues hay otra forma más fundamental en la que nos parecemos a los corales: la reproducción. Pero seguro que no se parecen en nada a nosotros en ese sentido, estarás pensando, ¿verdad? Pues sí y no.
Cómo los corales crean nueva vida
Siempre ha habido algo un poco místico en la forma en que los corales se reproducen. Deben darse las condiciones exactas para que estén «listos»: la temperatura del mar, la hora del atardecer, la luna llena... Es bastante complejo. Pero cuando todo se alinea, ocurre algo realmente extraordinario, que el doctor Craggs describe como «una lámpara de lava viviente». Las colonias de coral liberan al agua una lluvia de óvulos y esperma que se encuentran mientras flotan. Estos se fertilizan y generan larvas, que flotan en las corrientes marinas hasta que finalmente se asientan sobre una roca u otra estructura de coral. Luego crecen y se convierten en el tipo de corales que conocemos.
Lo más importante es que esto solo ocurre una o dos veces al año, y los corales pueden tardar muchos meses en crecer. Por eso, cuando la temperatura del mar sube, los corales se estresan y expulsan sus diminutas algas, con lo que la situación se complica. Se vuelven blancos —un fenómeno conocido como «blanqueamiento»— y, aunque a veces pueden recuperarse, si esta situación se prolonga o repite, se quedan muy debilitados y hacen que la recuperación natural sea casi imposible. Por eso, los científicos marinos han desarrollado métodos alternativos para favorecer la reproducción y restauración de los corales.
Cultivar el coral como un jardinero
Esta es la forma más común en que las personas pueden ayudar a que los corales vuelvan a crecer, y ha tenido éxito en muchos lugares. La idea es sencilla, explica el doctor Craggs: «Son organismos clonales: se dividen una y otra vez para formar nuevos pólipos y, posteriormente, nuevos corales. Así que puedes arrancar una rama y pegarla en una nueva roca, igual que el esqueje de una rosa». Lo importante es que se trata de un método económico, que no requiere amplios conocimientos y que permite restaurar arrecifes rápidamente. Pero advierte que lo que se hace únicamente es «crear una nueva planta que es un clon genético del progenitor».
Esto puede ser un problema porque, al igual que nosotros, los corales no son todos iguales. Algunos son más resistentes a los peligros que otros. «Al limitar la diversidad genética, no se incorpora ninguna resistencia frente a las condiciones climáticas futuras», explica. «Porque si el coral del que cogemos esquejes no tiene resistencia a los episodios de blanqueamiento, acabará fracasando». Este problema es el tema central de la investigación del Dr. Craggs: cómo crear nuevas especies de coral que sean lo suficientemente fuertes para resistir el cambio climático.
Recrear la magia del océano
Bueno, lo admitimos: esta tercera forma no es «magia», sino ciencia. Y puede ocurrir de dos maneras: una, en la que los óvulos y el esperma se capturan bajo redes colocadas sobre los arrecifes de coral, que luego los buzos recogen y llevan al laboratorio para reproducirlos. Es un proceso largo, que requiere mucha pericia, dinero y, sobre todo,
paciencia
, mientras esperas a que la reproducción natural ocurra un par de veces al año. La otra forma ha sido desarrollada por el propio Dr. Craggs.
A lo largo de su carrera y durante su investigación doctoral, ha combinado su conocimiento experto con tecnologías específicas para recrear en el laboratorio la atmósfera ideal para que los corales se reproduzcan. De este modo, ahora se puede inducir su reproducción varias veces en condiciones controladas, recogiendo el esperma y los óvulos al instante, lo que reduce al mínimo el riesgo de pérdida o daño.
Luego se realiza una especie de procedimiento de fecundación in vitro para corales, y en pocos días se desarrollan nuevas larvas, que después se devuelven al acuario para que crezcan antes de trasladarlas al arrecife. Al criar corales de esta manera, el Dr. Craggs puede identificar y combinar las especies más resistentes para crear nuevas variedades capaces de sobrevivir a casi cualquier circunstancia agresiva o dañina.
Así que es cierto, los seres humanos tenemos un poco más en común con los corales de lo que podríamos imaginar; y, al igual que nosotros, a veces ellos también necesitan un empujón extra para reproducirse. Pero nuestra relación con los corales va mucho más allá de simples paralelismos sorprendentes. Porque cuando los corales sobreviven y el océano prospera, la vida mejora para todos: no solo para los millones de personas que dependen de los ecosistemas de arrecifes de coral para alimentarse, obtener sus ingresos y proteger las costas, sino para cada persona del planeta.
«Con cada segundo que respiramos, obtenemos oxígeno del océano», subraya el Dr. Craggs. «Se genera a partir de los sistemas del océano y afecta directamente tanto a la salud humana como a la del océano. «Necesitamos océanos saludables para que las personas estén sanas».
Obtén más información sobre nuestra colaboración con Coral Spawning International y Nature Seychelles.
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