HISTORIAS

Vida y pérdida: las viudas marginadas de Amy Toensing

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Las viudas Ranjana (izquierda) y Lalita (derecha), vestidas con colores vivos, en la entrada de Merra Sehbhagini Mahila Ashram, un ashram que cuenta con el apoyo de la organización Sulabh International, en Vrindavan, India, el 21 de noviembre de 2013. Realizada con la Canon EOS 5D Mark III. © Amy Toensing

Segregación, pobreza, violencia e incluso muerte, son solo algunas de las amenazas a las que muchas mujeres abandonadas de todo el mundo se enfrentan tras la muerte de sus maridos. La fotoperiodista americana Amy Toensing ha dedicado cuatro años a contar las historias de estas mujeres.

Bajo la creencia de que atraen mala suerte para sus familias, a menudo las viudas hindúes son expulsadas de sus hogares, marginadas por la sociedad, forzadas a vivir en comunas y a mendigar en las calles. Pero muchas mujeres están contraatacando y enfrentándose a la tradición, vistiendo colores brillantes, portando joyas y saliendo de las sombras.

«En India se ha creado esta expectación, especialmente en lugares más tradicionales», cuenta Amy. «Conocí a una mujer que llevaba un sari muy colorido y recuerdo que le pregunté por qué lo llevaba. Me contestó: "Hay un dicho en la India que afirma que si ves a una mujer vestida de blanco por la mañana, tendrás mala suerte todo el día". No quería ser la causa de la mala suerte de otros. Era una mujer fuerte que se preguntaba qué ocurría».

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Bhakti Dashi, de 75 años, de Bangladesh, ha estado viviendo en la parte posterior de Nabadwip Bhajan Ashram desde la independencia de Bangladesh. Fotografía tomada en Nábadwip, Bengala Occidental, India, el 5 de abril de 2016. Realizada con la Canon EOS 5D Mark III. © Amy Toensing

Lo que hace todavía más admirable el coraje de estas mujeres es que, además de la pérdida, también tuvieron que soportar que las vendieran para trabajar y, posteriormente, las forzaran a casarse en matrimonios concertados. La vida no les ha tratado bien. Cuando regresó a su aldea, ahora devastada, fue rechazada. Muchas viudas indias terminan viviendo juntas en ashrams (monasterios religiosos) pero tienen que mendigar para pagar el alquiler del alojamiento.

«Ser dada a los nueve años a esta familia por su propia familia... eso escapa de su control», afirma Toensing. «¿Por dónde empiezas a tratar de mejorar la vida de esta mujer? Y, a pesar de no tener ninguna culpa, acabó en esta situación principalmente por ser mujer. No hubiesen hecho lo mismo con un hijo. Ese es el momento en el que simplemente no sabes cómo procesarlo».

Las viudas Ranjana (izquierda) y Lalita (derecha), vestidas con colores vivos, en la entrada de Merra Sehbhagini Mahila Ashram, un ashram que cuenta con el apoyo de la organización Sulabh International, en Vrindavan, India, el 21 de noviembre de 2013. Realizada con la Canon EOS 5D Mark III. © Amy Toensing

Decidida a contar las historias de estas mujeres, Toensing se embarcó en un proyecto a largo plazo sobre las viudas en India, India, Uganda y Bosnia, en el que ha estado trabajando desde 2013 con su Canon EOS 20D, EOS 5D Mark II y EOS 5D Mark III. La idea para el proyecto, llamado Widowhood, se le ocurrió en 2005, mientras viajaba por Nepal. En una visita a la India, donde en algunas comunidades se espera que las viudas pasen el resto de sus vidas de luto, conoció y fotografió a mujeres que han sido estigmatizadas tras la muerte de sus maridos, y así fue cómo se sembraron las primeras semillas del proyecto.

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Bidya Sundari Devnath, una viuda de 76 años, se baña en el río Ganges en Nábadwip, Bengala Occidental, India, el 5 de abril de 2016. Vive en una choza de hojalata justo en el exterior de las casas de sus dos hijos en el río. Realizada con la Canon EOS 5D Mark III. © Amy Toensing

«La historia me marcó, pero no fue hasta 2013 cuando recibí una subvención del Centro Pulitzer sobre Informe de Crisis», recuerda Amy, colaboradora habitual de National Geographic, y que también ha trabajado para The New York Times, The Wall Street Journal, Newsweek y la revista Time. «Un escritor y yo propusimos la historia y fuimos a la India un mes a trabajar en ella. Volvimos con una gran cantidad de trabajo y fue entonces cuando fui a National Geographic y se convirtió en una historia. Pero hasta entonces solo había sido la India. Con Geographic, ampliamos el proyecto a Uganda, Bosnia y Herzegovina».

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Christine Namatovu con su hijo Andrew en la casa por la que tuvo que pelear para conservar tras la muerte de su marido en 2014. Fotografía tomada en el distrito de Mukono, Uganda, 28 de junio de 2016, donde el acaparamiento de tierras es algo habitual. Realizada con la Canon EOS 5D Mark III. © Amy Toensing

Ser viuda en Uganda puede acarrear la pérdida de tus hijos, tu hogar, tu dignidad e incluso tu vida. A pesar de que la legislación de Uganda recoge la igualdad de derechos entre hombres y mujeres en lo que respecta a la herencia, las prácticas de sustracción violenta de tierras y propiedades están muy arraigadas en la sociedad. Como consecuencia, muchas viudas se ven socialmente marginadas y despojadas de todas sus posesiones.

En Bosnia y Herzegovina, la estructura de comunidades enteras cambió tras la masacre de Srebrenica de 1995, cuando más de 7000 hombres y niños bosnios fueron asesinados, explica Amy. Las mujeres se convirtieron en cabezas de familia y, desde entonces, muchas han luchado por los derechos de las víctimas del genocidio. El tiempo que pasó trabajando en la memoria del conflicto bosnio ha hecho imposible que Amy pueda olvidar los «momentos de desesperación total con respecto a nuestra sociedad y a la condición humana» pero, a pesar de ello, ha trabajado incansablemente para mostrar la fortaleza, el coraje y la resistencia de las mujeres que ha conocido.

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20 años después de la masacre de Srebrenica de 1995, en la que más de 7000 niños y hombres musulmanes bosnios murieron a manos de las fuerzas serbias, los ataúdes con los restos de 136 personas esperan recibir sepultura en los terrenos conmemorativos de Potočari, Bosnia y Herzegovina, el 10 de julio de 2015. Realizada con la Canon EOS 5D Mark III. © Amy Toensing

«Siento muchas responsabilidades distintas con mis sujetos», afirma. «Tengo la responsabilidad de mostrarlos con dignidad, de contar sus historias. de escuchar quiénes son y, con suerte, transmitirlo de manera fiel y que sientan que están ante un reflejo que expresa su voz de manera realista. Todo mi trabajo es colaborativo. Hay una parte de colaboración que es imperativa... tienen que implicarse para que su historia pueda ser contada».

Tengo la responsabilidad de mostrar a mis sujetos con dignidad… de escuchar quiénes son.

Tal y como ocurre con gran parte de su trabajo, Amy llevó a cabo una exhaustiva investigación durante la producción de Widowhood, que se exhibió en la edición de este año del festival internacional de fotoperiodismo Visa pour l’Image en Perpiñán. Al contemplar la obra en su totalidad, queda patente que los artículos de prensa, las entrevistas e incluso las novelas, han sido fuentes de información útiles en un momento u otro. «Me gusta sumergirme en la investigación», afirma. «Quiero encontrar el matiz lírico de la historia, y escribir sobre ello es mi forma de distanciarme. Escribiré un monólogo interior para hacerme una idea de la historia».

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Asha Lata, de Bengala Occidental, mendiga a las afueras del templo Banke Bihari en Vrindavan, India, el 22 de marzo de 2016. Asha contrajo matrimonio a los 13 años y llegó a Vrindavan hace 40 años, tras la muerte de su marido. Realizada con la Canon EOS 5D Mark III. © Amy Toensing

Para trabajar con National Geographic se requiere un trabajo visualmente potente, explica Amy, que elaboró su proyecto con palabras o temas relacionados con cada lugar que visitó. En India, se centró en la belleza y la feminidad porque sentía que estas cualidades habían sido arrebatadas a las mujeres con las que pasó un tiempo. No es posible escapar de la cruel amargura que estas mujeres han sufrido, pero Amy estaba decidida a mostrarlas como individuos fuertes y femeninos.

Quería destacar el lado femenino de estas mujeres para mostrar que son hermosos seres humanos.

«Eran mujeres increíbles pero, por culpa de todos los estigmas, su feminidad les fue arrebatada», comenta. «Tenía muchas ganas de destacar dicha faceta de estas mujeres: que no son invisibles, que continúan siendo seres humanos».

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Ganga Chowdhury, una viuda de 62 años, se baña en una piscina local en Rameswarpur, Bengala Occidental, India, el 10 de abril de 2016. Ganga vive en una estructura de bambú en un terreno que heredó de su madre. Realizada con la Canon EOS 5D Mark III. © Amy Toensing

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