Siegfried Modola

Mantener con vida un pueblo medieval italiano

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Entre las paredes de piedra del pueblo medieval de Santo Stefano di Sessanio, las estrechas calles serpentean por arcos, plazas y edificios sobresalientes.

Las calles permanecen vacías a excepción de los turistas que admiran la arquitectura y las colinas circundantes de la provincia de L'Aquila, al sur de Italia.

Santo Stefano di Sessanio, un pueblo que durante siglos vivió de la agricultura y la lana, cuenta con tan solo 108 habitantes, menos de una décima parte de la población que vivió aquí antes de la Primera Guerra Mundial, según su alcalde. Al igual que en muchos pueblos cercanos, la mayoría de los residentes se marchó a trabajar a la ciudad o al extranjero, dejándolo abandonado.

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Décadas más tarde, su arquitectura intacta llamó la atención del empresario sueco-italiano Daniele Kihlgren, que descubrió la población durante un viaje en moto en 1999.

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Kihlgren compró varias casas que en 2005 transformó en un hotel con habitaciones repartidas por el centro. El proyecto atrajo a los turistas y dio vida al pueblo, según los habitantes del lugar.

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«Cuando llegué por primera vez parecía abandonado», comenta Kihlgren. «Parecía haberse detenido en otra época».

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Aunque en él todavía viven pastores y granjeros, en la actualidad Santo Stefano di Sessanio ha revivido gracias al turismo y los residentes buscan atraer a los visitantes del cercano parque nacional Gran Sasso e Monti della Laga con llamativos hostales.

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«Puede apreciarse un aumento del número de visitantes», afirma el alcalde Fabio Santavicca sin ofrecer cifras. «La gente ha abierto sus casas y alquila sus habitaciones, ha puesto en marcha restaurantes. Todo es muy positivo».

Según Santavicca, el pueblo cuenta en la actualidad con una docena de hostales para turistas, y hay planes para desarrollar actividades de ocio en la zona.

Según los últimos datos disponibles en el departamento de turismo regional, el pueblo recibió a 4361 visitantes en 2013, frente a los 900 de 2005.

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Santo Stefano di Sessanio es uno de los muchos pueblos de la región de Abruzzo cuya población se vio mermada tras el colapso del sector de la lana con la introducción de los materiales sintéticos, la pobreza y los desastres naturales de esta zona con actividad sísmica.

En la localidad cercana de San Silvestro, la vegetación se adueña de los edificios. Más al norte, Vale Piole está abandonado.

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Según Santavicca, Santo Stefano di Sessanio contaba con unos 1100 habitantes antes de la Primera Guerra Mundial.

La localidad, cuya población disminuye todavía más en invierno ya que algunos residentes cambian los 1250 metros de altura por el valle, ha atraído a gente de la ciudad que cuenta aquí con una segunda casa.

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«A la gente le encanta venir a esta región», afirma Amelia, propietaria de un hostal y que también ofrece clases de cocina a los turistas. «Nos esforzamos por darla a conocer al resto del mundo».

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