La sostenibilidad es un tema prioritario en la agenda de consumidores y empresas. Cada vez más, para que las operaciones empresariales sean más sostenibles hay que analizar la infraestructura de TI.
Esto se debe a que los residuos electrónicos son un problema grave. Productos como ordenadores de sobremesa, portátiles y smartphones representaban el 1 % de la huella de carbono mundial en el año 2007, pero esta cifra ya se ha triplicado y está en camino de superar el 14 % en el 20401.
Cuando se trata de tomar decisiones sostenibles, las empresas no solo deben tener en cuenta la huella de carbono de una impresora durante la fase de uso del producto, sino durante todo su ciclo de vida. Esto significa reconocer que la huella de carbono no es una medición única. Se trata de una evaluación de todo lo relacionado con el ciclo de vida completo del producto, desde el abastecimiento de las materias primas hasta la fabricación, el transporte, el uso y el procesamiento al final de su vida útil. Canon estima que al menos el 50 % de la huella de carbono de una impresora multifunción procede de las primeras fases de abastecimiento de materias primas y fabricación2, razón por la cual es crucial tener en cuenta el ciclo de vida para calcular la huella de carbono de un dispositivo.
Aquí es donde entran en juego los dispositivos remanufacturados y reacondicionados. Ambos son excelentes métodos para dar una nueva vida al hardware y los componentes, así como para reducir significativamente el impacto medioambiental durante las fases de abastecimiento de materias primas y fabricación del ciclo de vida del producto3 a la vez que se contribuye a la economía circular. Sin embargo, estos procesos no se deben confundir, ya que son fundamentalmente diferentes. Y esta es la razón.