Inside View – Artículo 3
Lucha por el futuro
Los jugadores de la Copa del Mundo de Rugby inspiran a la próxima generación
Inside View – Artículo 3
Los jugadores de la Copa del Mundo de Rugby inspiran a la próxima generación
«Huir no era la respuesta. Cuando huía, el resultado era el mismo. Necesitaba enfrentarme a ellos».
David Gérard no habla de su tiempo como jugador de rugby profesional para el Burdeos, el Toulouse o el Northampton. Está recordando a las bandas violentas que lo atacaron durante su juventud en las calles de su ciudad natal, Tolón.
«Me peleaba, no porque quisiera, sino porque no tenía otra opción», dice. «Vas por la ciudad y tienes a cuatro, cinco, seis personas saltando sobre ti, solo para pelear. Tienes que madurar lo más rápido posible, porque si mentalmente sigues siendo un niño, te van a destruir».
David, ahora entrenador de Portugal, decidió que huir era inútil y que la única opción era enfrentarse a sus atacantes directamente. Esta lección temprana es algo que ha llevado a lo largo de su vida y ha ayudado a formar la persona y el mentor que es hoy.
Necesitaba enfrentarme a ellos»
Entender de dónde viene alguien te da una idea más clara de en quién se ha convertido. En el caso de David, es una persona resiliente, divertida y amable, una persona que nunca se conforma y que siempre contribuye.
Para entender quién es David y cómo se convirtió en un jugador ganador de la Copa de Campeones Europeos y en entrenador de Portugal en la Copa del Mundo de Rugby 2023, tenemos que volver a su lugar de origen: un barrio difícil de Tolón.
«Vengo de una zona pobre», comenta. «El rugby aquí no es solo un deporte, es parte de mí». Cuando era adolescente, David no veía el rugby como un mero pasatiempo, era algo que podía sacarlo de la pobreza, así como de la violencia habitual que sufría en las calles.
«Me salvó la vida», dice encogiéndose de hombros. «Y a mi familia también». A los 17 años, sorprendió a su familia y amigos al decidir abandonar su ciudad natal para firmar por el Burdeos, a unos 800 km de distancia. «Si me hubiera quedado en Tolón, estaría en problemas», dice. «La mayoría de los clubes en Francia querían que firmara y, si no hubiera hecho nada, hubiera sido la peor decisión de mi vida.
»A veces hay que perder la comodidad si quieres conseguir algo increíble, algo enorme. Necesitaba salir de mi zona de confort y también de mi familia, porque al irme lo perdí todo».
Todo el mundo debería poder contar su propia historia, por eso les hemos dado cámaras a jugadores y entrenadores como David para documentar sus vidas en el deporte y la vida a su alrededor.
El rugby me salvó la vida»
Solo en una nueva ciudad, David tuvo que enfrentarse a otro tipo de lucha en Burdeos. «Yo era el único niño de este equipo profesional», dice. «Me tocaba a mí hacerme un hueco entre jugadores que tenían la misma edad que mi padre. Luché por encontrar mi lugar y durante tres años jugué todos los partidos con el Burdeos».
El rugby cambió la vida de David. A través de la serie Inside View, queremos cambiar la forma en que la gente ve el deporte. Al permitir que el equipo de Portugal cuente sus propias historias, no solo vemos el rugby desde una nueva perspectiva, sino que los jugadores también se ven desde un nuevo punto de vista, desde su posición en el campo hasta su posición en la vida.
David espera que los jugadores más jóvenes del equipo portugués se nieguen a acomodarse y luchen por todo; dos cosas que él ha hecho desde que era niño.
En el año 2000, partió hacia Toulouse, un club donde ganaría los mejores galardones en el deporte más de una vez. Sin embargo, después de ganar su segunda Copa Heineken en 2005, se sentía infeliz y sentía que se había acomodado demasiado. «Necesitaba ponerme en peligro una vez más». En 2006, se marchó al Northampton Saints.
«Acababa de llegar a Inglaterra a un club al que nadie quería», dice. «Yo era el único jugador francés del equipo. Durante unas semanas, nadie me hablaba, solo me decían hola y adiós». «Tenía que volver a luchar. Era diferente porque ya no era un niño, era un internacional francés».
La ilustre carrera de David como jugador, su constante deseo de poner a prueba sus propios límites y su instinto de lucha son un tema constante que ha dado forma a su manera de vivir como persona y de comportarse como entrenador.
«He cogido muchas cosas de todas partes. Es por eso que, cuando estoy entrenando, soy un poco francés, soy un poco portugués, soy un poco inglés, soy un poco sudafricano, porque lo he cogido todo y me he construido a mí mismo. Toda mi vida gira en torno al rugby».
A lo largo de su carrera profesional y sus funciones como entrenador, David ha dedicado su tiempo y dinero a una gran variedad de organizaciones benéficas, ayudando a personas en hospitales y prisiones, entre otros. Se enorgullece de estar allí para las personas, ya sean sus jugadores, su familia o aquellos que más lo necesitan.
¿Por qué? Porque a veces el mero hecho de estar ahí es mucho más valioso que el dinero. «Para mí es mejor aportarle cosas a la gente. A veces lo importante no es el dinero, es tu presencia. Llevas sonrisas, llevas pasión, a veces llevas sueños».
Tienes que cambiar, no puedes llevar tu tristeza contigo»
Es entonces cuando emerge el lado más amable de este antiguo jugador de rugby de casi 2 metros de altura. Recuerda un momento profundo durante un juego de ajedrez con una niña en un hospital infantil. «Estaba delante de una niña… y ella me miró y dijo: “Deja de mirarme así”.
»Me dijo: “¿Crees que no tengo suerte por estar así? No tengo suerte, pero no tengo elección. Pero no me mires como si fuera un animal o alguien que se va a morir la semana que viene. Puede que me muera el mes que viene o dentro de unos meses, pero, por favor, no me mires así”. Era una niña de 12 años y me destruyó.
»Me dio mucha pena. Tienes que cambiar, no puedes ser así, no puedes llevar tu tristeza contigo. Ella no necesita verla. »Cosas como esta nos hacen personas más ricas. Hago lo que necesito hacer, por mí mismo y por otras personas».
A través de la gente que ha conocido y las historias que ha visto, David puede ver su propia vida y carrera por lo que es: un sueño. Y, al compartir ese sueño, cree que puede marcar la diferencia. «Y eso me hizo pensar que mi vida no era tan fácil, pero en ese momento era un sueño. Para mí, estar haciendo lo que estoy haciendo ahora, ser entrenador de rugby y jugador profesional, es un sueño.
»Me siento afortunado; y como me siento afortunado, necesito hablar con ellos [las personas que él conoce a través de su trabajo benéfico] y explicarles algo: pueden suceder muchas cosas. A veces hay que hacer un sacrificio más, a veces hay que dar un paso más para lograrlo». Entrenadores como David y los jugadores de Portugal utilizan la Canon PowerShot V10 de mano para llevarnos entre bastidores en la Copa del Mundo de Rugby.
Pese a las ofertas para entrenar en su país y a la actitud del equipo nacional de Portugal, David pidió consejo a su hija de nueve años. Como parte de su educación en rugby, le había mostrado grabaciones de la histórica victoria de Japón sobre Sudáfrica en la Copa del Mundo de Rugby 2015. Después de ver a los seguidores de Japón llorando de alegría, supo al instante que su padre debía aceptar el reto de entrenar a los jugadores de Portugal para crear más momentos como ese. «Ella me dijo: “Ve con ellos”. Y yo le dije: “¿Por qué?”. Me respondió: “Porque quiero verte feliz”».
Son historias humanas como esta las que inspiran continuamente su amor por el rugby. Para David, las estadísticas y lo que sucede en el campo solo son una parte de la realidad. Lo que más le interesa es la gente que está detrás del partido, y eso es algo que está captando con las cámaras Canon en la Copa del Mundo de Rugby.
«El rugby es solo rugby, es un deporte», comenta. «Somos humanos que practicamos deporte, con problemas, con cosas malas en nuestras vidas, con cosas buenas, y esto es genial».
«Lo más importante para mí es que estoy entrenando a un pilar derecho de Francia que tiene mujer, que tiene hijos, al que le gusta la pasta, que odia el arroz, que se ríe cuando dices algo obsceno y que llora cuando le dices que tienes que perder dos kilos».
«Le digo a mis jugadores: si uno de vosotros tiene que llorar delante de mí, que llore. Si uno de vosotros tiene que ser agresivo delante de mí, que sea agresivo. No escondas nada, la vida no es así».
Ya sean sus jugadores, su hija o las personas a las que ayuda a través del trabajo benéfico, David espera inspirar a todos a lograr cosas que consideraban imposibles. Algo increíble o algo «no normal».
Por supuesto, quiere que Portugal gane tantos partidos como sea posible, pero siempre está mirando más allá del deporte para centrarse en la humanidad que lo sustenta.
Debemos tener miedo de perder nuestro lado humano y lo que nos hizo jugar al rugby»
«Quiero que mi hija y todo el mundo sientan algo cuando ven jugar a los chicos. Que sientan que no tenemos miedo cuando jugamos. Que no nos da miedo perder un partido.
»En cambio, debemos tener miedo de perder nuestro lado humano y lo que nos hizo jugar al rugby en primer lugar. Quiero que mis jugadores sientan esto. »Quiero que ella, a sus nueve años, también lo sienta. Que sientan emoción porque es lo que quiero que toda la gente sienta. Por ver a alguien peleando en el campo, no por un resultado, más por orgullo, por fe. Fe es mi palabra favorita. Necesitas tener fe. Fe en que los chicos tienen la capacidad de hacer algo increíble».
Y aunque David dice que ganar o perder no lo es todo, su amor por las películas de deportes se proyecta en sus sueños mientras se prepara para el próximo partido de Portugal para la Copa Mundial de Rugby 2023.
«Me encantan las películas de deportes porque ocurre algo que no es normal. Y si un día Portugal hace algo que no es normal, entonces quizás nos hagan una película. ¡Y a lo mejor Bruce Willis hace de mi padre!».
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